Sabemos que con el uso y el paso del tiempo todo envejece, y las personas también envejecemos. Lo hacemos, desde que nacemos hasta que morimos, siguiendo un proceso continuo y complejo. Un proceso que se va alargando gracias a la mejora de las condiciones de vida: mejor alimentación, mejor vivienda, mejor medio ambiente, y por supuesto mejor Servicio de Salud y trabajos que requieren menor esfuerzo físico y con menores peligros.
Y todo esto está bien. El problema está en si somos capaces de asumir que, por esa mayor esperanza de vida y la menor tasa de natalidad, el conjunto de la población está envejeciendo a un ritmo impensable hace muy poco tiempo, lo cual crea “retos” que debemos asumir para que, lejos de ser un problema, lo aprovechemos como una oportunidad.
Uno de esos retos consiste en cambiar la visión y la imagen social del Envejecimiento y de las Personas de más edad. Casi siempre, la respuesta al envejecimiento de la población se centra en las consecuencias del aumento de la demanda de pensiones y asistencia sanitaria para los gobiernos. Por el contrario, desde el 2010, la OMS trata de hacer más hincapié en las aportaciones positivas de las personas mayores a la sociedad. «Las personas de edad son un recurso vital para las familias y la sociedad que a menudo se pasa por alto», dice el doctor John Beard, Director del Departamento de Envejecimiento y Ciclo de Vida de la OMS.
Pero esto no sólo es cuestión de las Instituciones, de los Gobiernos y de los Políticos, sino de las propias Personas mayores, que tenemos la necesidad y la obligación de construir, cuando cesa nuestra actividad laboral y/o de atención a la familia, un nuevo proyecto vital que nos proporcione una Vida Saludable y Participativa, ya que nuestras aportaciones no se materializarán cabalmente, a menos que nos mantengamos con salud y derribemos las barreras, de todo tipo, que nos impiden participar en las actividades, no sólo de las familias, sino también de la Comunidad.
Ismael Arnaiz Markaida
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