La brecha digital se refiere a la diferencia en el acceso y conocimientos de uso de las nuevas tecnologías. Se suele determinar en base a diferentes criterios: económicos, geográficos, de género, edad o entre diferentes grupos sociales.
Con el paso de los años desde que aparecieron las técnicas digitales, las brechas digitales se han ido reduciendo, sin embargo siguen siendo palpables. Incluso, en algunos casos se han acentuado, como en el caso de la brecha digital por sexo o por razones económicas.
El termino de Brecha digital procede del inglés digital divide y el término opuesto que se emplea es el de inclusión digital.
Las causas que provocan la brecha digital se pueden englobar en base a diferentes criterios:
- brecha digital económica
- brecha digital geográfica
- brecha digital de género, debido a la desigualdad laboral entre hombres y mujeres
- brecha digita a causa de la edad. Las personas más jóvenes han nacido en un mundo con estas nuevas tecnologías ya implantadas, y están acostumbradas a utilizarlas y considerarlas parte de su día a día. Las personas de edad tienen dificultades a la hora de manejar aparatos o equipos que no han existido durante gran parte de su vida, y en muchos casos evitan estas tecnologías por voluntad propia.
La brecha digital puede clasificarse en tres tipos diferentes, que pueden darse por separado o de forma conjunta.
- Brecha de acceso. Esta es la fractura que surge en primer lugar, tiene un doble origen: la ausencia de infraestructura y el coste demasiado elevado de su uso. Están relacionadas con las diferencias socioeconómicas tanto entre individuos como entre países. Hay que disponer de acceso, dispositivos TIC y software
- Brecha de uso. Cuando no se utiliza la oferta tecnológica. Motivado por la falta de interés que esta tecnología le aporte al usuario, y la educación que le capacite para usarla. Hay que tener habilidades y competencias
- Brecha de calidad de uso. Buena parte de los usuarios de internet y tecnología digital hacen un uso básico. Y se sienten en la práctica superados por la herramienta, en oposición a otros que le dan usos inesperados, innovadores, y creativos.
La UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones) elaboró un informe en el año 2019 en el que se reflejan los datos de acceso a internet en el mundo. En el año 2005, solo un 16% de la población del planeta tenía acceso a internet, mientras que en 2019 esta cifra ha aumentado hasta el 53,6%. Sin embargo, estas cifras varían mucho en función de las regiones.
La brecha digital en España
Dicen que más del 80% de las personas tienen acceso a internet. Por tanto, forma parte de los países en los que la primera brecha digital es pequeña, es decir, la del acceso a las TIC.
Pero, ¿qué hay de la segunda brecha digital, la que tiene que ver con la comprensión y uso de las nuevas tecnologías?
En este sentido, hay un informe elaborado en 2020 por la UGT que resulta bastante esclarecedor. Según dicho estudio, un 70% de los españoles tiene un conocimiento básico o incluso menor del funcionamiento o manejo de las TIC.
Además, señala que la brecha digital podría llegar a convertirse en algo sistémico dentro del ámbito laboral. Según el estudio, el 45% de los trabajadores tiene escasos nociones a la hora de trabajar con equipos o sistemas informáticos.
Hay que ser conscientes que
independientemente de la edad y su actividad, todas las personas tienen y tendrán una cierta brecha digital. Hasta los que trabajan en la implantación y funcionamiento de sistemas digitales. Los mecánicos que trabajan en un taller de reparación de automóviles tienen también su brecha mecánica. Sabrán conocer cuando trabaja bien un diferencial o una caja de cambios u otro elemento, y sabrán desmontarlos, montarlos y ajustar su montaje en cualquier modelo, pero si hay que abrirlos, reparar su interior, sustituir las piezas internas por mas adecuadas a la operación del vehiculo y ajustarlas finalmente, lo seguro es que lo envíe a otro taller especializado en esos elementos. ¿Que podríamos decir de los que no somos mecánicos?
Hay un ámbito del que no se ha hablado todavía: las desigualdades digitales.
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