En las últimas décadas se han producido cambios importantes en la estructura de la familia y en el papel o rol que juega cada uno de sus miembros. Una consecuencia de estos cambios ha sido la destrucción del soporte familiar para la atención a las Personas Mayores dependientes.
Pero esas Personas Mayores dependientes, necesitadas de atención, siguen estando ahí. Y cada vez son más. Por lo tanto nuestra sociedad, una sociedad avanzada en muchos aspectos, económicamente desarrollada, que se siente segura, dicen, al formar parte de un “estado del bienestar”, tiene un problema. Y no es un problema pequeño.
Ante esta realidad, la atención a las Personas Mayores dependientes se ha querido resolver con la creación de residencias por parte de Instituciones Públicas, Fundaciones sin ánimo de lucro y Entidades Privadas. Hasta aquí parece que la solución es buena, si nos olvidamos de un artículo sobre economía publicado en el 2001, en el que se aseguraba que “las Residencia para Mayores será el negocio del siglo XXI”. Por lo tanto, para algunos, la atención a las Personas Mayores dependientes se ha convertido en un negocio.
Sorprendentemente se ha pasado, en muy poco tiempo, de faltar plazas en las Residencias, a sobrar, y a que los Empresarios, amenacen con huelgas e incluso con el cierre de algunas Residencias Privadas, ya que el negocio no les va como esperaban.
Buscando las posibles causas de este cambio, me encuentro con dos: la construcción de Residencias de titularidad pública y la entrada en vigor de las ayudas económicas a las familias que deciden atender al Mayor dependiente en el propio hogar. En Bizkaia se cierra el año 2010 con un total de 14.000 familias percibiendo esta ayuda económica. Esto parece un avance social, y habrá casos en los que así sea, pero a mi se me plantean muchas preguntas.
Por ejemplo: ¿Por qué cuando no se daban ayudas económicas por atender a los Mayores dependientes en el hogar, no se les podía atender, y se pedía ingresarles en residencia, y ahora sí se les puede atender? ¿Cómo algunos/as puede atender a las Personas Mayores y no puede atender a los hijos? ¿En cuántos de esos hogares los Mayores se quedan solos a los ocho de la mañana?
Una última pregunta: ¿Se toma la decisión, entre atención familiar o residencial, teniendo en cuenta, prioritariamente, los intereses de la Persona Mayor, o en base a otros intereses?
Son demasiadas preguntas como para no plantear un debate social sobre el mismo, y exigir a Legisladores y Administraciones Públicas que investigue el tema, y adopten las medidas que eviten los abusos y un posible servicio de atención inadecuado a las Personas Mayores. Y es que, tal vez, en esto esté el inicio de muchos casos de maltrato (o trato inadecuado) a las Personas Mayores, del cual, desde hace tiempo, nos vienen alertando quienes tienen experiencia en el tema.
Ismael Arnaiz Markaida
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